lunes, 4 de junio de 2018

CosturaS

Hacía horas que permanecía en la misma posición simulando que dormía. Las costuras de su ropa interior, que hasta ahora se habían mantenido cosidas a los recuerdos inocentes de su infancia, se hundían levemente en la piel de su cadera izquierda, enrojecida la carne en el trazo imperfecto de la costura que la estigmatizaba.
El silencio de la madrugada invadía la estancia y, no obstante, a sus oídos se le antojaba como un susurro, casi imperceptible, semejante a un latido improvisado, como si un corazón ajeno se hubiese instalado entre el relleno del almohadón sobre el que descansaba.
Trataba de soñar despierta, para así burlar y confundir a su atrevida imaginación, intentando demostrarse que no se equivocaba. La invención de unas reflexiones arriesgadas incluso para su osada intuición, provocaba un simulacro de ideas, tal vez insensatas, que recorrían lentamente la habitación, desfilando como espectros que le desconcertaban y le impedían dormir.
Le abrumaba esa extraña sensación de que algo estaba cambiando, no por malo sino por el hecho de ser algo nuevo que no controlaba y escapaba del alcance de su razonable comprensión.

Con el costado izquierdo entumecido, decidió poner fin a la retahíla de incoherencias que el desvelo hacía horas le había inducido a hilvanar. Se sacudió la pereza con el propósito de abandonar el insomnio entre las sábanas y la certeza de tomar la decisión correcta, con la incertidumbre de no saber qué hallaría en los abismos de aquella mente extraña, y a la vez tan familiar, que le hacía sentir como si estuviese en casa.

jueves, 21 de marzo de 2013

¿LoboS ó CorderoS?


... ¿cordero bajo una piel de lobo? No, gracias, porque cuando se amansa la fiera la diversión se acaba. El compañero de juegos tiene que ser divertido y excitante.  El mete y saca acaba aburriendo. El aquí te pillo y aquí lo hago es facilón, algo al alcance de cualquiera.
Yo prefiero el lobo con piel de cordero porque cuando la fiera despierta...empieza la seducción, el erotismo, la provocación... y consigue prolongar en el tiempo esa agónica espera que sólo sabe dar en pequeñas dosis, gota a gota, el perfecto caballero, ese lobo vestido de cordero, el inocente que con una mirada lo dice todo sin decir nada, el seductor impasible que con sus palabras te hace estar jadeando todo el día, palabras que encierran promesas lascivas que te recorren por dentro como un escalofrío, pensando en el placer que te dio ayer, o en el que no le dio tiempo dar pero tiene pendiente regalarte.
Ése caballero encantador que no te llama ni te escribe en días pero siempre tiene un minuto para pensar en ti, aunque esa espera te consuma aumentando aún más tu deseo hacia él.  Ése que quizá se va a dormir sólo, o quizá con otra, pero sueña contigo, ése al que le gusta estar entre tus sábanas, dominante y seguro de que sólo tú eres suya en ese preciso momento, en cuerpo y mente, y de nadie más. Ése que te sorprende en la puerta de casa una noche cualquiera esperándote con una sonrisa y una botella de vino, robándole tiempo a su tiempo sólo para verte. Sólo porque le gusta estar contigo. Sólo porque quiere estar contigo. Con eso me basta. Y nada más.
Hoy me he levantado caperucita, y hoy voy a ser yo quien vaya a buscar al lobo camuflado. Sé que cuando el lobo devore a caperucita quizá se acabe el cuento, pero puede que el amable cazador esté esperando y venga a rescatarme ... Para volver a empezar...porque ya no me asusta verle las orejas al lobo...

martes, 28 de febrero de 2012

PaseoS UrbanoS

Tras su largo letargo invernal, se lanzó a las calles en un intento de continuar su periplo desde el mismo punto en el que lo detuvo, cuando decidió hibernar acurrucada frente a la ventana. Tantos años al sol delante de aquel ventanal había producido la tan temida metamorfosis, convirtiéndole en un inofensivo vampiro diurno sin pena ni gloria, lo que le permitió integrarse en este nuevo y caótico entorno.

Tras asumir este cambio con gran entusiasmo, pues estaba hastiada de tanto acecho nocturno para satisfacer su sed de sangre caliente (hasta tal punto que, curiosamente, su sed dio un giro inverosímil hacia la limonada fría) escogió el barrio de Gracia por el que hacía siglos que no transitaba. Vaso en mano y gafas oscuras, inició su paseo desde la calle Asturias. Mientras sorbía la pajita de la limonada observó detenidamente el suelo y descubrió miles de diminutas incrustaciones blancas en el asfalto, que a simple vista podrían ser piedras...o chicles enganchados, y le pareció divertido imaginar que cada transeúnte, con los que se cruzaba, depositaba allí su chicle mascado para colaborar en aquella especie de decoración urbana.

Dejó de sorber la pajita y sacó de su bolsillo un paquete de chicles, desenvolvió uno y lo introdujo en su boca. Mascó unos minutos para darle consistencia antes de tirarlo sobre aquel tapiz improvisado en el asfalto, pero cuando sacó el chicle de su boca y lo miró detenidamente entre los dedos le pareció una marranada. Así que lo tiró en la papelera más cercana, dio media vuelta (caminando de puntillas para no llevarse nada enganchado en la suela de sus sandalias) y subió al metro para regresar a su letargo frente al ventanal, del que no debería haber salido...al menos todavía.

viernes, 1 de julio de 2011

RetratO VirtuaL

La más encantadora noche de insomnio... tras la que el sueño se despereza escuchando el sonido de los pájaros, cuyo canto revela el amanecer y da la bienvenida a este rincón, oculto entre las sábanas arrugadas, donde los deseos se hacen realidad, un refugio donde todas las palabras son susceptibles de ser pronunciadas en este espacio atemporal en el que, durante unas horas, se ha instalado (fugazmente) la insensatez.

Las imágenes de cada instante juntos se convierten en retratos virtuales sucediéndose, uno tras otro, en forma de fotogramas de una película que no me canso de visionar mentalmente, mientras una mano ajena realiza aquel viaje de largo recorrido que tenía pendiente a través de una piel que hoy sonríe en la penumbra de la madrugada…

Ya en la ducha, el agua inicua borra de mis labios el sabor de unos besos con regusto a jazz, dejando únicamente en la boca el dulce recuerdo de lo que ayer fueron, convertidos ahora en un gran caramelo relleno… de cruda realidad.

domingo, 6 de junio de 2010

HistoriA de un RegalO SingulaR

Leyó de nuevo aquél párrafo “El amor es un fuego inextinguible, un hambre insaciable”. Cerró el libro. Sonrió.

Recordó que su corazón cambió cuando volvió su suerte. Olvidó su estado deprimido y recibió con entusiasmo el propósito de conquistar esa idea en su mente nueva.

Su corazón se tornó juguetón y durante aquel día permitió que sus puertas permanecieran abiertas a la redondez del mundo. Imaginó que era domingo, porque los domingos recogía los demás días de la semana para coserlos a su manta de sueños.

Ese día encontró un pedazo de una mañana de sábado. Y se la guardó en el bolsillo para hacer un regalo al alma. La ultima vez que el corazón vió al alma estaba desnuda y quedó prendado de su belleza.

Su alma hoy llevaba flores enredadas en el pelo, para la ocasión.

Vestido de emociones y calzado de satisfacción, observó su reflejo, pues la cara es el espejo del alma. Allí su corazón besó su alma y ésta le regaló las flores que arrancó de su pelo.

Emocionado, le regaló la manta de sueños que estaba tejiendo. Y éstos se escurrieron rápidamente por el desagüe de su quimera, pues esos sueños eran exclusivos para corazones convalecientes, y no para almas engalanadas.

Pero no le importó, porque aún guardaba en su bolsillo aquel pedazo de mañana de sábado…

sábado, 1 de mayo de 2010

L'AmorE DentatO II

Es justo que las situaciones tengan su réplica, pero ¿dónde está el límite? Esas ocasiones que le salen al paso no pueden nunca ser controladas por la seguridad de la perfección que invade su voluntad. El mordisco de los dientes de la pasión es improvisado pero no incontrolable, y no se atrevería a imaginar cuál es la fuerza impulsora de esas mandíbulas hambrientas y ávidas de lujuria.

¿Es la carne tan débil que se deja envenenar por el hálito de una boca libidinosa?

¿Es la mente tan traidora que se deja llevar por la voluptuosidad de una lengua ingenua?

Relegó al destierro la campana indiscreta que había despertado de nuevo su oído. Atusó su cola y avanzó con paso firme, enderezando los cuernecillos de su cabeza. Con el tridente azuzó las llamas (para que no se extinga el fuego) y se sentó en su trono a meditar, pero no encontró palabra alguna que estuviera inventada para describir la agonía del que aguarda, olvidando rancios hábitos perversos (pero con la convicción de la verdad más absoluta) y sin recordar la inconsciencia de la candidez olvidada.

Sin más dilación, introdujo una moneda en la ranura de la cabina y marcó el número de teléfono mientras una chispa traviesa inundó su mirada.

domingo, 18 de abril de 2010

cumpleaños nº 40

La nostalgia trajo de nuevo a la sirena a aquella playa solitaria. Hoy volvía a ser su cumpleaños y sus pies cansados ya no querían caminar más.

En aquel escenario irreal todavía permanecían sus huellas sobre la arena, y entre las rocas aún había esparcidos pedacitos de vidrio de aquella botella… como si hubiese sido ayer.

Recordó cada instante desde la última vez que estuvo allí. Sonrisas (por los momentos buenos) y lágrimas (porque también los hubo malos) se representan como ingredientes en la coctelera de su corazón y se mezclan para derramarse en su cabeza, que ahora es un recipiente donde se deshacen los pensamientos sin sentido cual cubitos de hielo al sol.

¿Somos lo que vemos? ¿O lo que nos mira por dentro?

Sumida en el solipsismo más absurdo, se da cuenta de que hoy no suena ninguna canción.

Sólo paz. De cómo le habla el mar entre sus rincones.

Sólo silencio. De cómo el sonido de las olas acalla sus temores.

Sólo sueños…

Despierta, como nunca antes lo había estado, miró su reloj. Llevaba una eternidad con las agujas en esa posición. Quizá ahora empezaba a entender esa desincronización que le rodeaba.

Acontecimientos de una vida que llegaban o demasiado pronto…o demasiado tarde…

Pero ese reloj no tenía agujas. Recordó que un día decidió esconderlas para poder elegir el momento en que vivía. Sin prisas, aún a riesgo de estar desincronizada con todo lo demás. Y todo pareció tener sentido otra vez.

Sonrió. Por primera vez en muchos segundos fue feliz. Y entonces decidió volver. Caminó, por última vez, lentamente, sobre la tibia arena para acercarse al mar, su mar, su casa, mientras notaba como sus pies desaparecían a medida que se sumergía. Nadaba mecida por la espuma de las olas y la brisa del atardecer. La luna le dio la bienvenida. Se alejó mar adentro y sus lágrimas formaron parte del mar cuando se giró para no olvidar jamás aquellas huellas, que siempre quedarán. En aquella playa solitaria. Y ya nunca más volvería la vista atrás.

Nunca más.

Su reloj quedó sobre las rocas …